El olor que nunca olvidó
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El olor que nunca olvidó

El olor que nunca olvidó es un relato del concurso

El olor que nunca olvidó

Después de veinte años que se creó la empresa del clásico Jabón Popeye, en un pueblo muy hermoso llamado Yumbel, nació una pequeña niña con casi cuarenta y una semanas de gestación. ¡Casi no vivo para contarlo! Aún recuerdo aquellos días de regreso a casa, desde la escuela, que fue testigo de mis travesuras, alegrías y tristezas. A través de sus salas, corredores, patios, monjitas y profesores me acunaron por tanto tiempo, desde mi niñez a adolescencia. Cada día regresaba a casa feliz. Mamá, como siempre, nos esperaba con la mesa lista y su mantel resplandeciente, a punto de servir el almuerzo para mi hermano y yo. No sé cómo lo hacía, siempre las ropas impecables. Algunos días regresaba a casa a media tarde y mamá siempre estaba lavando en su batea de madera, la que más de alguna vez usé de bote en invierno y hoy ya no existe… Me fui olvidando de aquello tan simple, pero de mucha utilidad para esos años. Mi madre siempre lavaba feliz, mis blusas y delantal estaban siempre blancos. 

Ella era una súper mamá. Se encargaba del almacén y todo referente a la casa, se daba tiempo de tomar mi lectura diaria. En cada lavado la observaba mientras le contaba mi vida entera. Ahí conocí su gran secreto… Después de algunos años mamá enfermó y quien se dedicó al lavado era yo. Gran parte del tiempo mamá estaba internada y a mis cortos años comencé a usar el maravilloso secreto de mamá: el jabón Popeye, característico por su único aroma y color verde. Algunas veces dejaba remojando la ropa de papá, ya que en el campo sí que se ensuciaba. Además, él se encargaba de llevar la ropa al hospital, debía ir impecable; no fueron tiempos fáciles. 

Al pasar los años papá falleció, yo tenía 20 años, estaba casada y tenía un bebé, a quien le lavaba los pañales de tela con jabón Popeye, que era lo único que los dejaba impecables, como nuevos. No importaba ver su trasero abultado con el pañal y su calzón de goma, sabía que luego de cada muda sus pañales iban a resplandecer. Unos años más tarde mamá enfermó nuevamente. Diagnóstico: Alzheimer. Algunos decían que era propio de la edad y otros de la pena, porque extrañaba mucho a papá. La llevamos a un hogar, donde lo único que les pedía era que siempre le lavaran su ropa con jabón Popeye, ya que ese aroma nunca lo olvidó.


Por: Araceli Sánchez