31 Jul Un infaltable en la cartera
Cierto día, mi hija, mi nieta y yo y nos fuimos de compras al Mall Marina Arauco de Viña del Mar. Era verano y después de almorzar, nos servimos helado. Mi nieta, que ya contaba 3 años, terminó con su carita, manos y polera salpicados con el helado de chocolate y se veía muy graciosa.
-Menos mal que traje ropa para cambiarle -dijo mi hija.
Nos dirigimos a los baños, allí tomé la polera sucia y le di un enjuague.
Transcurrida una semana, en una llamada telefónica recordando la salida al centro comercial, Natalia, mi hija, me contó que la polera no se había manchado con el chocolate.
-¡Pero hija! Aquel día yo le puse jabón -dije.
-¿Jabón? ¿Qué jabón? -preguntó.
Y le expliqué que acostumbro poner en mi cartera un trozo de Jabón Popeye en una bolsa plástica, por si se necesita. Lo hago desde que ella era pequeña. Por la línea de comunicación, escuché un “huummm”.
Había pasado casi un año y nos encontrábamos nuevamente juntas, esta vez, en la playa El Sol de Viña del Mar, y Francisca, mi nieta, comiendo algunas golosinas, se manchó nuevamente.
-Creo que olvidé poner jabón en esta bolsa playera -exclamé con preocupación.
-No hay problema, yo traje -repuso Natalia- y sacó de una de sus bolsas, un trozo de Jabón Popeye.
Francisca creció, se casó y luego nació el pequeño Simón que ya tenía un año y nos hallábamos en una cafetería. En un momento, Fran quiso limpiar las manos del niño y buscó en su cartera. Observé que ésta era hermosa y de muy buena calidad, pero mi mirada se detuvo en el trocito de Jabón Popeye que portaba en ella. Mi nieta cerró su cartera y yo me quedé pensando: ¡Popeye… viaja en primera clase!
Autor: Cristina Espinoza