16 Sep Mi fiel amigo Popeye
Las cosas empezaron cuando me casé en el año 1953, pero un año después comenzó la locura Popeye. En 1954 llegó mi primer hijo y tú, Popeye, me acompañaste a diario, nunca me abandonaste, me ayudaste a que los pañales de mi guagua quedaran blanquitos.
Luego llegó mi segundo hijo en 1956. Tú y yo seguíamos juntos, teníamos tanto trabajo lavando y lavando, era mi quehacer todos los días. ¿Recuerdas que en 1958 llegó mi tercera hija? ¡Qué manera de lavar pañales! Mi cuarta hija llegó en 1960, la quinta en el 63, la sexta en 1965, en 1967 el séptimo, en 1969 llegó mi hijo número ocho y tú acompañándome en el lavado de los pañales. Yo sola no habría podido. Ya llegando al año 1970 llegó mi hijo número nueve, eran los últimos pañales que tú y yo lavábamos. ¿Recuerdas Popeye que yo tenía 35 años cuando sacamos la tarea de lavar pañales por tantos años? Seguiste a mi lado, nunca te fuiste, te quedaste para siempre, apoyándome con mis nueve hijos.
Hoy, con 87 años, soy madre, abuela y bisabuela, y después de tanto trabajo, Popeye, tú y yo hemos tenido nuestra recompensa. Puedes estar más que orgulloso del trabajo que hiciste con esta familia: hijos trabajadores, responsables y respetuosos. Nietos y nietas sobresalientes. Tengo abogado, enfermera, ingenieros, psicóloga, kinesióloga, viviendo en el extranjero, y otros continuando con su proceso de estudio para sacar sus carreras profesionales. Por otro lado, mis bisnietas son hermosas e inteligentes.
Termino este relato dándote las gracias, mi querido y fiel amigo Popeye. Te agradezco por estar conmigo en los momentos más difíciles, nunca lo olvidaré y siempre estarás en mi corazón, en el de mis hijos, nietos y bisnietas.
Por: Mirsa Contreras