Jabón al rescate
Jabón al rescate
21670
post-template-default,single,single-post,postid-21670,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,side_area_uncovered_from_content,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-6.2.0,vc_responsive
 

Jabón al rescate

Jabón al rescate es un relato del concurso

Jabón al rescate

En estos días de lluvias a la antigua, donde el río se escapa por las calles y los canales también quieren ser ríos, vienen a mi memoria los tiempos pasados, cuando por días estábamos encerrados en la casa. Los bienes empezaban a escasear, ya sea por no poder trabajar o porque el almacén quedaba retirado y la lluvia no amainaba.

Nuestros padres, ingeniosos y en apuros, convertían el pan duro en deliciosos crutones, el caldo se aumentaba con unas disimuladas tacitas de agua, y la estufa o el brasero se usaban para secar la ropa, que con nuestros juegos y trajín ensuciábamos a menudo.

El aroma de ciertos alimentos, flores y productos nos llevan en andas a nuestra infancia. Es el jabón, sí, el jabón Popeye, el aroma que quedaba en la ropa e incluso en nuestros pequeños cuerpos cuando, a falta de shampoo o jabón de cara, Popeye iba en rescate de nuestros padres para tenerlos limpios y presentables, para el cumpleaños del niño de la esquina, porque venían las tías a vernos o simplemente para ir a la escuela o a la  misa del domingo.

El aroma a jabón Popeye evoca la infancia, esa infancia que el viento invernal trae a nuestros días de adultos, junto al recuerdo de los padres y abuelos, usando el jabón Popeye.


Por: Marcelo Bernal