El chascarro del conejito
El chascarro del conejito
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El chascarro del conejito

El chascarro del conejito es un relato del concurso

El chascarro del conejito

Cuando éramos niños, mis dos hermanos y yo íbamos a una escuelita a 10 minutos caminando desde mi casa.

Un día, cuando estaba en primero básico, teníamos que ir disfrazados y mi madre, con mucho esfuerzo, me hizo un disfraz blanco de conejito. Ella era una mujer muy amorosa y tierna, hoy tiene más de 80 años y lo sigue siendo. 

Un día, estando en la sala de clases disfrazado de conejo me dieron ganas de ir al baño. Le pedí permiso a la profesora, pero no me dejó.

Dominado por el miedo, debido a la mirada severa de la profesora, no me atreví a insistir, y el conejito blanco se convirtió en un conejito café (tú me entiendes).

La profesora, aplicando toda su sabiduría y su magíster en educación, me agarró de una oreja (de conejo), me echó gritando de la sala y me envió a mi casa solo… eran otros tiempos.

Cuando iba caminando por la calle, con una oreja menos, la gente me veía y decía tiernamente: “Miren, un conejito, ¡qué lindo!” y cuando ya pasaba se daban cuenta de lo sucedido y decían: “¿Qué tiene ahí atrás?”. Ese trayecto de 10 minutos de regreso a casa me pareció eterno.

Cuando llegué, solo y triste, mi mamá me recibió con una sonrisa muy tierna, me quitó el disfraz, me manguereó y luego dijo: “La única manera de salvar a este conejito es lavarlo con jabón Popeye”.

Hoy tengo 47 y cada vez que veo el jabón Popeye en mi casa, me recuerda que un día fui un conejito playboy.


Por: Claudio Olmedo