El overol de mi tío mecánico
El overol de mi tío mecánico
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El overol de mi tío mecánico

El overol de mi tío mecánico es un relato del concurso

El overol de mi tío mecánico

Mi tío siempre llegaba manchado de negro de su trabajo, aunque no era minero ni pintor. Su pasión era estar bajo los autos. Siempre que lo visitaba en la automotora podía ver sus pies sobresaliendo debajo del vehículo donde estaba metido y unas herramientas a su lado, las que sacaba con sus manchados brazos entre el ruido de los motores.

Cuando terminaba de trabajar, rechazaba darme la mano para no mancharme con sus dedos oscurecidos por la grasa de autos. Su overol gris se llenaba de manchas negras y su rostro de piel clara se tornaba negruzco por el aceite de auto.

Al llegar a casa se duchaba y se quitaba el overol. Algunas manchas de sus manos seguían allí por mucho que se refregaba, así que usaba jabón Popeye para quitarlas, pues ni con lavalozas ni jabones normales lograba limpiar toda la grasa.

Más tarde, su esposa lavaba el overol con jabón Popeye. A pesar de ser un trabajo sucio, ella siempre quería que se viera como el mecánico más pulcro de todos.

En casa de mis primos aún guardan ese overol inmaculado, una caja con sus herramientas y unas barras de jabón Popeye en su habitación, como recuerdo del esfuerzo que realizaba a diario bajo los autos y de su esposa que limpiaba todas las manchas de su traje, por muy difíciles que parecieran.

Al intentar recordarlo, su rostro se ve nublado en mi mente, pero logro visualizar claramente sus piernas sobresaliendo del auto, sus manos buscando las llaves inglesas y el fuerte ruido de motor por todo el lugar.


Por: Felipe Garrido