El moai de mi hermano
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El moai de mi hermano

El moai de mi hermano es un relato del concurso

El moai de mi hermano

Mi hermano es genial, él hace muchas cosas bien, es atlético, inteligente para lo que le gusta y tranquilo, pero, a su vez, hay cosas que se le dan mal, como hablar. Según mis papás, él desde pequeño tuvo una gran dificultad para expresarse. Dijo su primera palabra entendible a los tres casi cuatro años. Era “moai”. Una palabra simple, corta y fácil de pronunciar hasta para él. Aunque también hubo otras palabras que se le hacían sencillas, tales como “kuchen”. 

No obstante, yo nunca hice una relación entre eso y el extraño moai blanco que mi mamá cuidaba con mucho esmero, que estaba en mi lavadero. Según ella, era un jabón Popeye que mi hermano talló como un moai, la primera palabra que pudo pronunciar.

Los años pasaron y yo ya tenía 11 y él, 16. Nos estábamos mudando de nuevo por el trabajo de mi papá. Mi hermano era muy distinto a cuando era más pequeño, aunque le costaba un poco decir palabras difíciles, pero se le entendía. 

Mientras estábamos poniéndole los retoques finales de “scotch” a una caja de embalaje, escuché a mi mamá gritar desde el lavadero. Los dos fuimos extrañados, aunque no porque mi mamá gritara, eso lo hacía siempre.

Una vez que entramos al lavadero vimos lo que parecía una escena del crimen. Ahí estaba el jabón, seco por el paso de los años, tirado en el frío piso con su cabeza separada del cuerpo. 

Las dos miramos expectantes a mi hermano. Se veía serio, pero rápidamente se le quitó; simplemente lo recogió sin mucha delicadeza y dijo: 

—Entonces… ¿Lo boto? 

—Si tú quieres —dijo impactada mi mamá.

Aunque al principio me desconcertó mucho, creo que entendí que ya para él aquello no significaba nada. Ahora podía pronunciar más palabras que “moai” o “kuchen”, así que conservar algo así ya nulo sentido tenía… (aunque yo sé que mi mamá aún lo guarda).


Por: Emilia Infante