Blog Popeye | Una buena convivencia entre mascotas y bebés
Blog Popeye | Una buena convivencia entre mascotas y bebés
17144
post-template-default,single,single-post,postid-17144,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,side_area_uncovered_from_content,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-6.2.0,vc_responsive
 

Una buena convivencia entre mascotas y bebés

detergente hipoalergénico

Una buena convivencia entre mascotas y bebés

El nacimiento de un bebé revoluciona cualquier hogar y afecta en mayor medida al más pequeño de la casa, que es —en muchas ocasiones— la mascota.

La clave para que ambos se lleven de maravilla está en la presentación. “Antes de que el bebé nazca se puede iniciar la relación utilizando el olfato del perro, haciendo que huela una prenda del menor hasta que se habitúe a sus aromas”, aconseja la Dra. Sylvia Arrau, docente de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad del Pacífico.

Cuando el pequeño ha llegado a la casa, el proceso debe ser lento y cuidadoso. Hay que presentarlos con naturalidad, más bien como un juego en común. Se deben descubrir mutuamente y la clave es que sea a través del juego. “Con los gatos se pueden utilizar luces láser, donde el felino intentará cazar la luz. También existen juguetes con propósito, como para actividad nocturna: platos que giran y emiten luces, alfombras que se encienden al pisarlas, etc. En tanto, el juego preferido de los perros es con pelotas o con discos. También les gusta mucho tirar de cuerdas especiales, que no les hacen daño en sus dientes o encías. Las mascotas jóvenes se adaptan más fácilmente al nuevo escenario porque para ellos es natural jugar”, acota.

No hay que olvidar que los animales tienen garras y muchas veces en medio del juego pueden no moderar su fuerza y dañar al bebé. “Solo hay que poner atención en la intensidad del juego. Hay que tomar en cuenta que un niño tiene proporcionalmente una cabeza de mayor tamaño que la de un adulto. Esto hace que hasta una cierta edad el perro lo perciba como un individuo diferente de los seres humanos adultos. En ciertas ocasiones puede ocasionar una reacción violenta cuando no ha habido una presentación adecuada entre ambos”, advierte.

Es frecuente que con la llegada del bebé los nuevos padres dejen de lado a la mascota. Ese es el primer error. “Lo importante es nunca dejar de realizar las actividades que compartían con el animal antes de la llegada del bebé. Se deben mantener los hábitos de paseo y juegos, cariño y atención. Además de sumar a estas actividades al nuevo integrante”, recomienda.

Animales celosos

Se puede dar el caso que, aun cuando se hayan seguido las instrucciones, la mascota no acepte al bebé que le “robó” su lugar. Y los gatos son los más celosos. “Los felinos se manifiestan en contra cuando otro individuo invade su territorio en forma brusca. Se ven especialmente molestos con los cambios de rutina. Son animales que marcan con sus glándulas faciales (feromonas) los objetos, lugares, personas o ropas que les resultan familiares. Si esa marca desaparece, el gato se desorienta, se siente amenazado y se estresa, cambiando así de comportamiento”, explica.

Pero si el felino se siente invadido y rechaza al bebé, hay soluciones. La veterinaria indica que puede usarse un producto llamado Feliway, similar sintético de las feromonas naturales del rostro de los gatos. Este spray se puede rociar en los ambientes que conoce. Esto hace que se sienta más seguro y baje la ansiedad por el bebé. Se debe hacer a diario, con anticipación, en los lugares donde estarán en común, durante 15 días”, indica.

¿Y cómo reaccionan los perros frente a un bebé? “Todo depende de una buena socialización con humanos y otros animales. Si la experiencia fue adecuada, entonces el animal entenderá que él es el último peldaño de la escala jerárquica dentro de la familia y nuestra labor es enseñarle que el niño está por sobre él”, asevera.

Por otro lado, a medida que el pequeño va creciendo también hay que enseñarle que los animales no son muñecos y que no debe molestarlos ni hostigarlos. “Hay que mostrarle que cuando es brusco con el perro o gato, puede hacerle daño y éste puede reaccionar defendiéndose”, puntualiza.