27 Nov Desde el vientre
Mis padres recibieron la fuerte noticia de que su hija menor venía con una enfermedad que provocaba heridas similares a las de un quemado. Mi tortuosa compañera se llama Epidermólisis Bullosa, EB, más conocida como Piel de Cristal. Decidieron jamás rendirse y siempre buscar lo mejor para mí.
El lavado de mi ropa fue uno de esos cuidados. Mi piel, decían, se veía tan delicada, tan delgadita, que sentían que cualquier cosa del exterior la dañaría. Popeye siempre fue gentil con mi piel, pero no solo eso. Las manchas de sangre se hicieron un adorno más en mi “outfit”. A veces eran solo pintitas. Otras, enormes manchas. Popeye siempre fue imbatible con ellas.
Gran parte de mi infancia tuvimos que reutilizar vendajes, era difícil comprar nuevas. Mis papás lavaban las vendas, las remojaban en agua caliente y restregaban con una barra de Popeye, para luego enrollarlas nuevamente.
Pero Popeye no solo me ha acompañado en el camino de vivir con EB. También me ha salvado de lo despistada que soy. Un día puse a lavar mi uniforme de estudiante de Nutrición, blanco con bordes morados, pero no caí en cuenta de que había dejado un lápiz a tinta en un bolsillo. Toda la ropa blanca quedó con manchas negras. No les cuento lo contentos que quedaron el resto cuando vieron la sorpresa. Pero al final, todos quedamos felices despúés de que el jabón Popeye nos salvara… una vez más.
Por: Paulina Verdugo, paciente Debra Chile