El disfraz de jabón
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El disfraz de jabón

El disfraz de jabón es uno de los relatos del concurso literario

El disfraz de jabón

Aún es otoño y en la ciudad hace mucho frío, como si ya fuese invierno, por eso prefiero quedarme en casa y ocupar mi tiempo en ordenar un poco algunas cosas. Estoy en mi dormitorio y al abrir un mueble  encuentro la antigua cámara filmadora con que mi esposo grababa acontecimientos importantes de nuestra familia. Decido cargar la batería; dejo pasar algunos minutos, inserto un viejo casete y aprieto ‘play’.  Las imágenes empiezan a tomar vida. Me detengo especialmente en una en que aparece mi hijo de 5 años durante el aniversario de su colegio disfrazado de jabón Popeye, el de color verde.

Recuerdo como si fuera hoy cuando decidí ayudar a que Carlitos hiciera realidad su genial idea. Acudí al centro de la ciudad a comprar todos los materiales que necesitaría en la confección del famoso jabón: esponja, cartulina, pegamento, pintura, entre otros elementos. Luego, manos a la obra para cumplir con la tarea que con amor realizaría para mi hijo regalón.

Lo primero que hice fue el modelo con hojas de diario, posteriormente marcar y recortar la esponja. Hasta ahí todo iba bien, pero sucedió algo inesperado. A nuestro perro Happy se le ocurrió levantar unas de sus patas y orinar sobre la esponja, la que quedó amarillenta y con un poco de mal olor. Debí lavarla con jabón Popeye y con ayuda de un secador de pelo, dejarla sin una gota de agua. Superado este incidente, uní los  trozos  de esponja, les realicé cuatro orificios, para los dos ojos y los dos brazos, mi esposo la pintó de un verde lo más parecido al jabón real, finalmente con cartulina dibujamos y cortamos cada una de las letras: la P, la O, otra P, una E, la Y griega y otra E.

Pensé que el trabajo ya estaba terminado y que mi hijo estaría feliz de poder lucir el disfraz en la cancha de su colegio y ojalá lograr el 1° lugar para su alianza, sin embargo, me dice que falta escribir su presentación, la que debe incluir las características de su personaje. Y tiene que aprendérselas de memoria.

 ¡Uf! A pensar.  ¿Qué escribo? Tomo papel y lápiz: “¡Buen día, colegio Santa  María Eufrasia!, yo me llamo Carlos Rocco Villalobos y en este nuevo aniversario estoy representando a la Alianza Azul. El personaje se llama Popeye, no el marinero que come espinacas, aunque me parezco a él en lo fuerte y poderoso, sino Popeye el jabón,  el que día a día ayuda en las casas chilenas a mantener la limpieza de nuestras ropas. Me caracterizo por ser bastante barato, agradable al tacto y con un aroma muy suave y delicado; el único capaz de sacar cualquier mancha o suciedad de la ropa”.

Con los ojos húmedos por la emoción del recuerdo, apago la cámara y llamo por teléfono a mi hijo, que en el presente es un destacado profesional y con responsabilidades de esposo y padre. Le cuento lo que estoy haciendo… Recordar su infancia que ya no volverá, pero el jabón Popeye nos sigue y seguirá acompañando a mí, a él y a su familia.


Autor: Raquel Díaz