24 Sep El escurridizo e inolvidable jabón
Hace algunos años pasábamos por un mal momento económico con mi familia y, como dice el dicho: “Nunca viene una sola”. Resultó que mi hijo mayor presentó una extraña alergia que me hizo gastar lo que no tenía en médicos. Me dieron múltiples indicaciones, desde cremas carísimas y terriblemente diminutas, ropa 100% algodón, medicamentos y, en general, que todo debía ser hipoalergénico, incluido el detergente. Y comprenderán que ya recursos no quedaban.
Llegó el día de lavar ropa y no sabía con qué hacerlo, hasta que “San YouTube” me iluminó y vi que hacían detergente con una barra de jabón Popeye, por lo que corrí al negocio, compré el jabón y partí a rallar y preparar el menjunje. Mientras hacía eso se me vino un recuerdo, algo así como un deja vu, y me vi jugando con una amiguita en el patio de la casa de mis papás. Debo haber tenido unos 7 años, mi papá arreglaba algo en un mesón y mi mamá lavaba ropa en una artesa. De pronto, a mi mamá se le cae la escobilla y encima estaba (curiosamente) una barra de jabón Popeye. Yo me incliné a recogerla y, como estaba mojada, se me escapó de la manos. La volví a recoger y volvió a caer, una y otra vez. Todos rieron hasta las lágrimas.
Lo curioso es que yo no tengo muchos recuerdos de mi infancia, pero ese día, mientras yo hacía mi detergente Popeye, ese olor, tan solo ese olor, fue capaz de abrir un hermoso recuerdo que atesoro en mi corazón, porque veo a mis papás y a mi mejor amiga de infancia riendo con tantas ganas.
Hoy puedo comprar detergente, no obstante, mi mezcla artesanal la sigo preparando cada cierto tiempo, solo por ese olor, ese simple olor que trae a mi memoria el hermoso recuerdo de mi amiga, mamá y mi papito (que ya no está) riendo a carcajadas. Son cosas que hacen de Popeye el jabón de mi familia.
Por: Elizabeth Rojas