07 Oct El lavado y Popeye a través de generaciones
Jabón Popeye es parte de mi infancia. Esa infancia de los años ochenta en Temuco, en el Temuco lluvioso y húmedo, que desprendía olores a leña y carbón.
Época aquella de limitaciones de todo tipo, pero también de cosas nobles que dan nostalgia, como jugar en la calle con los chicos del barrio, hasta que alguna mamá aguaba el juego… había que entrar. Éramos empáticos casi de nacimiento, porque ayudábamos a nuestros padres incluso sin que lo pidieran. Desde pequeños sabíamos cuáles eran nuestras obligaciones; una instrucción paterna o materna se obedecía.
No recuerdo si aprendí hábitos y destrezas que me han acompañado y sido útiles hasta hoy por repetición o porque imitaba a mi mamá, que en mi caso era padre y madre. Hoy, con mi perspectiva de adulta y muchos más recursos de los que ella tenía cuando nos crió, no solo la admiro, sino que le estaré en deuda por tanto sacrificio.
Desde siempre en mi casa, la ropa se lavaba con jabón Popeye. No era para nada una época de abundancia, al contrario, yo heredaba la ropa de mi hermana mayor y, obviamente, todo se cuidaba porque no había posibilidad económica para comprar nuevo. Tampoco había mucho donde elegir para comprar y muchas cosas se enviaban a reparar, como los zapatos, o a transformar, como la ropa. Si había posibilidad de comprar género, la modista era fundamental.
Tengo recuerdo de mí misma en mi proceso de lavado. Meticulosa de pequeña, tendría unos ocho años cuando preparaba el agua tibia y humedecía en ella la barra de jabón Popeye color blanco; comenzaba por la ropa pequeña y de color blanco, seguía por las prendas de colegio. Me viene a la memoria que también mi abuela materna, en el campo, usaba jabón Popeye. De color blanco para la ropa (que se hervía en una olla grande), y el verde para lavar la loza.
Mi reencuentro y mi unión definitiva con jabón Popeye fue antes del nacimiento de mi primera hija. Por instrucción materna y luego del pediatra, tanto la ropa de mi bebé como la mía debía ser lavada con este jabón en barra. Después de tres embarazos y hartas alergias, probé jabón Popeye Matic para toda la familia; sin abandonar el de barra para las prendas delicadas, puños y otras áreas que tienden a mancharse.
Ahora estoy en el proceso de enseñarle a mis dos preadolescentes a repetir mi historia de lavado de la ropa pequeña, y que adquieran el hábito de lavar sus prendas para cuando tengan que partir de casa.
Por: Verónica Maldonado