El olor de la Gaby
El olor de la Gaby
21806
post-template-default,single,single-post,postid-21806,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,side_area_uncovered_from_content,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-6.2.0,vc_responsive
 

El olor de la Gaby

El olor de la Gaby es un relato del concurso

El olor de la Gaby

Cuando siento el olor del jabón Popeye me evoca mi infancia, en especial el nacimiento de mi hermanita Gaby. Cierro los ojos y veo cuadrados blancos de tela, como banderas, secándose al viento, en el patio de la casa de mi infancia, emitiendo un aroma rico y que para siempre relacioné con el olor a limpio. 

Mi hermana llegó en esos años en que aún no existían en nuestro hogar los pañales desechables y se usaban pañales de tela, que mi madre lavaba a mano con jabón Popeye y luego hervía para que quedaran listos para su uso. La gracia es que nunca perdían ese olorcito rico. 

Mi mamá siempre me encargaba que recogiera los pañales que se colgaban en el patio de la casa. Yo los entraba, los guardaba en el cajón, pero me quedaba con uno, el que intentaba doblar de esa forma tan especial para formar el pañal, que era como un triángulo con un rectángulo en el medio. Me podía pasar horas doblando el cuadrado de tela para que quedara de la forma perfecta, con ese olor tan especial que me gustaba tanto. 

Es ese olor que siempre sentía cuando abrazaba a mi hermana y que aún hoy siento en mi ropa recién lavada: el aroma a limpio. 


Por: Ana María León