El olorcito de mi mamá
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El olorcito de mi mamá

El olorcito de mi mamá

Tenía cinco años cuando mamá se fue, una rápida enfermedad me la arrebató de esta vida. El tiempo pasó y los recuerdos se hicieron difusos, pero fueron completados con fotos y relatos de terceros en un intento por retenerla lo más que pudiera. A veces venían a mí imágenes de ella con su sonrisa, siempre muy activa y dedicada a la casa. Trataba de atesorar eso en mi cabeza, pero el tiempo siguió diluyendo esos recuerdos.

Los años pasaron, formé una familia y llegó el momento de que mi primer hijo asistiera al colegio. Con mucho orgullo lo dejé en su primer día de clases, dándome cuenta de que la vida se equilibra.

Cuando finalizó su jornada, mi hijo estaba feliz y sucio, la combinación exacta de un día perfecto para un niño. La sorpresa la tuve al lavar su polera y darme cuenta de que las manchas de aquel alegre día no salían, por lo que fui al supermercado a comprar otro detergente. Allí me pillé con un jabón que me parecía familiar, ya lo había visto en la televisión y escuchado sobre él en el saber popular. Decidida a luchar contra esas manchas me lo llevé a la casa, lo apliqué sobre la polera blanca y a lavar nuevamente. 

Cuando la ropa terminó de secarse mi emoción se transformó en lágrimas. No porque la polera quedara perfectamente blanca, sino porque, al acercar mi nariz a ella, descubrí el olorcito a mamá que había olvidado hace veinte años. 


Por: Mariam González