Largo romance en lago Ranco
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Largo romance en lago Ranco

Largo romance en lago ranco es un texto del concurso

Largo romance en lago Ranco

Llueve copiosamente en Lago Ranco, pero es un bello día, mientras oigo en la radio del auto de un concurso de Popeye. Memorizo el Instagram, la mezcla de sentimientos y emociones me invaden, me río sola porque mis manos vienen impregnadas de su inconfundible aroma. Vengo de dictar un taller de fieltro húmedo, maravillosa técnica que mezcla vellón de oveja, agua y jabón. 

Mi mente me lleva a mi infancia, al ritual de lavados de los sábados de mi madre. Puedo ver las sábanas blancas ondeando al viento y a mi yo pequeña, enjabonando los cuellos de mis blusas del colegio.

Después de varias primaveras e inviernos, retomo mi romance con Popeye, me encuentro lavando los pañales Bambino de mi primera hijita, que usa por su dermatitis de pañal, después de largas jornadas de trabajo, estudio y mucha lluvia valdiviana. Pocos años después, la cigüeña nos visita nuevamente y nos trae otra bella niña, Popeye sigue conmigo, esta vez por la dermatitis de contacto.

Avanza el tiempo y descubro la magia del fieltro húmedo, que comparto con mujeres en muchos lugares. Uno memorable fue el Centro Penitenciario de Copiapó, entre muros y barrotes recuerdo emociones y risas, vellones, agua y por supuesto, el jabón Popeye.

He llegado al otoño de mi vida, y con él una visita inesperada, un cáncer de mama, nada fácil de afrontar, pero rodeada de amor y atenciones. Mi pasión por el fieltro húmedo siguió presente, esta vez en los pabellones de oncología, después de las sesiones de quimioterapia, con talleres a las compañeras de batalla, en donde Popeye pasaba de mano en mano. A pesar de las circunstancias, el lugar se inundaba de risas cuando se nos resbalaba la barra de jabón al suelo. 

Sigue lloviendo en Lago Ranco, las lágrimas me inundan. Mi madre ahora lava sábanas en el cielo, mis hijas son mujeres bellas y felices, puedo sentir las risas de las mujeres entre barrotes de Copiapó, y recordar los rostros de mis compañeras de quimio. Entre las nubes brilla un hermoso rayo de sol sobre el lago. Me siento plena y feliz, me convertí en abuela, el cáncer se ha ido. Seco mis lágrimas, mis manos siguen oliendo a jabón, mi romance con Popeye continúa.


Por: Mabel Uribe