Lava las guatitas y la ropa de la guagüitas
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Lava las guatitas y la ropa de la guagüitas

Lava las guatitas y la ropa de las guagüitas es un relato del concurso

Lava las guatitas y la ropa de la guagüitas

¿A quién se le ocurre escribir sobre el uso de un jabón? Si te pones a pensar, eso suena ridículo, hasta que te das cuenta de que ha vivido toda la vida contigo.

No solo lo he usado para lavar la ropa desde que tengo memoria, sino que lo he utilizado en muchas cosas en mi vida cotidiana y me ha dado más que alguna sorpresa.

Desde chica, tras los mesones del almacén de mis padres, veía un cúmulo de barras blancas que las señoras compraban y metían en sus bolsos de colores, de mallas, tejidas a crochet, con punto cruz, con flores pintadas a mano… Qué variedad y creatividad existía en esa época, aún no era la bolsa plástica la vedette de las compras, como sucedió años después. Y mientras introducían sus barritas de jabón al bolso de compras, iban relatando el uso que le iban a dar, desde blanquear una camisa, fregar ollas o sartenes, hervir sábanas, hasta lavar guatitas, eso sí que me marcó. Quién iba a comer un producto animal, extraído del intestino de la vaca y luego acompañarlo con un cúmulo de vegetales condimentados. Debo declarar que eso, aparte de extraño, era también un hábito en la época setentera en mi ciudad natal. Recuerdo a mi madre repitiendo el acto en una batea, donde con agua y jabón limpiaba el producto que después terminaría en un colorido plato en nuestra   mesa. No me preguntes a qué sabía, no quedó en mi memoria. Pero todos lo recuerdan como un producto culinario sabroso y delicioso.

Cuántas historias de almacén, cuanta sabiduría popular, nunca olvidaré cómo sacar las manchas a una prenda de vestir blanca, con jabón blanco o verde, jugo de limón y al sol. Se producía la magia, esa mancha rebelde desaparecía y la felicidad volvía al corazón, porque era típico que se manchaba tu prenda regalona.

Recuerdo que esa barra blanca estaba en el baño, en el lavadero, en la cocina, en la caja de herramientas, estaba por todas partes.

Al crecer, vuelve a aparecer Popeye, ahora en la receta de un médico, pues estaba con una picazón en el cuerpo, que desapareció por la prescripción de Popeye líquido hipoalergénico. Cómo olvidar el primer lavado de la ropa de mi guagua con jabón Popeye, nunca una irritación en su piel, nunca un efecto adverso, fue tanto el nivel de confianza, que hasta el día de hoy en mi trabajo como matrona, los recomiendo para lavar la ropa de los recién nacidos. Es un producto seguro y al alcance del bolsillo. Sin duda, quedará este producto en la historia y recuerdo de muchas familias como la mía.


Por: Marcela Aguayo