Un poema en el envase
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Un poema en el envase

Un poema en el envase habla sobre Popeye

Un poema en el envase

En un cajón del mueble blanco que heredé de mi abuela materna encontré una cajita de ella. Era de cartón forrada con telas, llena de recuerdos pequeñitos y cosas que ella guardaba de forma curiosa. En un boleto de micro había escrito una canción; en una boleta de almacén, marcado el nombre de la dueña del negocio que era su amiga; en otra esquina, una tapa hermosa de un antiguo perfume que tenía enrollado dentro un papelito con la firma del abuelo; también había varios recortes de diario y con su nombre: Eliana, en diferentes tipos de letras. Y lo más curioso: un envase de jabón Popeye con un poema adentro que hablaba de la blancura del alma, bien doblado y sellado, tanto que aún conservaba su olor. Lo abrí, y leí, y el aroma me llevó a recordar como con aquel poema ella decía que la limpieza de la persona debía ser tanto por dentro como por fuera, sin manchas. Recordé cuando me enseñaba sus trucos para desmanchar la ropa, y sonreí al ver que entre sus cosas guardaba ese envase con tanto cuidado.

Recordé tantos momentos. Desde los ocho años viví con ella, nos levantábamos temprano, lavábamos la ropa, cocinábamos. Todo era compartido para que yo aprendiera. Luego salíamos al parque, los días de fin de semana, durante la semana después del colegio la acompañaba a su taller de costuras. Allí trabajaban varias señoras, hacían uniformes, delantales, reparaban ropa para niños. Era un grupo muy unido, compartían penas y alegrías, eran muy tiernas, con retazos de telas me hacían unos vestiditos hermosos que yo lucía con orgullo. A veces llegaban delantales para reparar, y antes de trabajar con ellos los lavaban, para quitar malos olores y manchas. Para eso tenía entre sus cosas un jabón Popeye, el verde. Siempre me acuerdo que era el verde, yo pensaba que las telas blancas quedarían de ese color y cuando las enjuagaban parecía mágico, desaparecía el verde y las manchas ¡y quedaban olorositas! Como las secaban al sol, se veían brillantes. Jamás podré olvidar lo vivido en el taller. Eran tiempos difíciles, había mucha pobreza, pero también mucha solidaridad.

Me gustó encontrar esa cajita, recordar todo lo que me enseñaron tantas mujeres en mi infancia, y mirar entre mis cosas y ver que también tengo conmigo mi jabón Popeye, el verde, el mágico como le decía yo, con su olorcito característico que quita las manchas y trae recuerdos que quita también las penas.


Por: Viviana Bravo